Opiniones: ¿ Cuál es el reto principal para la psiquiatría en el siglo XXI ?

CÓMO PARTICIPAR Y PARA QUÉ COLABORAR

Esta sección web y espacio de OPINIONES sirve para que todos los contertulios puedan publicar lo que se les haya quedado en el tintero durante su participación en las Tertulias. También para modificar de alguna manera las ideas personales que se hayan expresado. O bien, sirve para aportar creencias e ideas sobre cada temática aunque no se haya asistido ni participado en la tertulia dentro de la sala de actividades.

Para ello, es necesario que se envíe la opinión escrita (word) al correo: info@culturaser-uno.com, referenciando el título del tema tratado en la tertulia y si el autor de la opinión prefiere junto al texto publicado incluir su nombre y apellidos – su profesión o/y actividad creativa preferida- o utilizar un seudónimo/anónimo. O bien, la opinión puede quedar grabada en audio o video (de duración máxima de 10 minutos) y enviado por whatsap al 651 108 933 o al correo electrónico indicado. Todas las opiniones serán aceptadas siempre que las ideas expresadas guarden coherencia con los temas tratados y respeto hacia la dignidad y valores humanos.

Los moderadores de la tertulia han invitado a participar –en esta sección- a numerosos amigos y conocidos; y, al igual que habrá lectores de estas líneas que les resulte estimulante y gratificante la participación pero les embarga cierta resistencia, inseguridad o dudas derivadas del temor a “no dar la talla” o “no satisfacer expectativas”, han declinado y declinarán esta invitación
Es racionalmente humana esta cualidad de temor porque se interpreta la validez y credibilidad del mensaje en función de quién sea el mensajero. Cuanta más relevancia, prestigio, fama o erudición se le otorgue al mensajero así será el nivel de importancia y veracidad que se le dará al mensaje. Y todo ello es racionalmente natural porque nuestro pensamiento intelectual (racional o científico) suele predominar con casi absoluta soberanía sobre las otras dos vías o formas –pensamiento sensorial-instintivo (cuerpo) y pensamiento intuitivo-moral (espíritu), con las que coexistimos y se activan a la hora de interpretar la realidad externa.

Cuando existe en el ser humano el predominio de una vía o forma de interpretar la realidad sobre las otras dos, resulta difícil comprender que la autoridad (con sus correspondientes especializaciones intelectuales) no es imprescindible cuando se necesita aprender de las materias de conocimiento dimanadas del plano o dimensión nouménica, en la cual todos, absolutamente todos los humanos somos intrínsecamente manifestaciones de la Filosofía en el Ser con sus derivaciones en la psicología, la teología, la metafísica, la ética o la moralidad. Ahora bien, cuando las materias de conocimiento pertenecen íntegramente al plano o dimensión fenomenológica o, como dice un buen amigo, cuando son “de tejas hacia abajo” la autoridad y sus especializaciones son necesarias, incluso imprescindibles, para adquirir esos conocimientos, pues si hubiera una problemática jurídica o de mecánica de automóviles sería necesario acudir, respectivamente, a un abogado o a un mecánico, ya que nadie acudiría por esa problemática a un arquitecto ni a un farmacéutico ni a un fontanero buscando información, aprendizaje o ayuda. Y viceversa en ese intercambio.

El pensamiento racional-intelectual (o científico) es el que ha dinamizado y vertebra los valores patriarcales, los cuales configuran las actuales políticas capitalistas y comunistas con sus sistemas económicos, educativos, religiosos, sanitario-médicos, militares, sociales y culturales. Y todo ello ha generado sus particulares condicionantes cognitivos que, cuando quedan introyectados en el ser humano, ejercen tal influencia modificadora y alienante de la naturaleza espiritual que invalidan el potencial de convertirse en su propia autoridad interna – su propio teólogo, filósofo, psicólogo, incluso en su propio médico- porque hace delegar el poder creativo y la libertad personal en las múltiples autoridades externas que dominan ese pensamiento racional-intelectual.

La Tertulia está estructurada y coordinada por dos normativas cuya aplicación y respeto por parte de moderadores y contertulios conllevará múltiples respuestas autoterapéuticas encaminadas a conseguir un objetivo nuclear, el cual queda subyacente en la formulación que aparece al final de la sección “normativa” como “la manifestación del Espíritu del Cristo individual y Colectivo sin interferencia de voluntad humana”: en donde se hace referencia a la circunstancia que puede ocurrir cuando los participantes sientan que las ideas ajenas expuestas durante el transcurso de la tertulia les provocan insight, autodescubrimiento o revelaciones internas. Y todo ello es muy importante, de suma relevancia aunque tales descubrimientos y revelaciones personales provengan de la simpatía, devoción o admiración existente hacia el emisor o mensajero que articula y divulga las ideas, pero es más importante que los autodescubrimientos o revelaciones internas no estuviesen influenciadas ni condicionadas por la dependencia, admiración o devoción hacia el emisor-mensajero (creatividad externa resonando hacia el interior individual) ya que sería más fructífero y transcendente –en todo los niveles- para el receptor que su pensamiento intuitivo-moral (llámese Voz de la Conciencia, Flujo del Tao o Atman, Manifestación Crítica o Búdica o canalización del Self Superior o como cada uno prefiera conceptualizar) sin condicionantes de su propio pensamiento racional-intelectual –sin análisis ni comparaciones-, de forma libre y expansiva fuera quien proporcionase ese descubrimiento o revelación implícita solo en la naturaleza de las creencias e ideas filosóficas, teológicas, psicológicas, éticas y morales (Creatividad interna resonando hacia el exterior colectivo). Y preservar así un equilibrio armonioso entre ambas vías o formas de recibir, sentir y manifestarse la Creatividad.

Por todo ello, el proyecto de la Tertulia con sus temas-preguntas es el intento de aportar un granito de arena para que las polarizaciones –o visión dualista y reduccionista- que se manifiestan de forma natural e intrínseca debido a la dinámica de pensamiento racional-intelectual, quedase unificada –a modo de símbolo- por la participación en la tertulia del docto y del lego, del famoso y del anónimo, del rico y del pobre, del sano y del enfermo, del ateo y del creyente …

¿Te apetece colaborar con este símbolo, en este proyecto?..

Opinión Escrita

¿Cuál es el reto principal para la psiquiatría en el siglo XXI?

En mi opinión los retos de la PSIQUIATRÍA en el siglo XXI pasan por convertir una PSIQUIATRÍA esencialmente biológica en una PSIQUIATRÍA integral, donde se aborda no solo la enfermedad de la persona, sino todos aquellos factores que han contribuido al desarrollo de esa enfermedad latente. Es decir, desarrollar más la PSIQUIATRÍA preventiva.
Es preciso enseñar a la gente a vivir con menos estrés. Uno de los enemigos del siglo XXI, y también desarrollar la resiliencia de las personas que en mi opinión ha ido disminuyendo en las últimas décadas. Y con ello disminuir anualmente un 10% la incidencia de suicidios en el mundo.
Junto con lo anterior, lógicamente hacer frente a los retos que nos proporcionarán los desarrollos tecnológicos y junto con el avance de las técnicas de imagen, genéticas y de laboratorio, encontrar el origen de la esquizofrenia, del trastorno bipolar y los factores que contribuyen a la ansiedad y a la depresión.

PEDRO A. MORENO GEA

 

 

RAFAEL J. SALIN-PASCUAL

https://rafaelsalin.com/

Opinión Escrita

LA PSIQUIATRÍA, ESA GRAN DESCONOCIDA

Dr. Rafael J. Salín-Pascual
Profesor Titular de Psiquiatría
Departamento de Psiquiatría y Salud Mental
Universidad Nacional Autónoma de México
rafasalinpas@gmail.com
sitio Web: Rafaelsalin.com

Mi especialidad es peculiar en muchos sentidos. Se encarga del funcionamiento corporal que coordina un órgano en particular, el cerebro, pero que no está aislado dentro de ese conjunto de otros órganos y sistemas, ya que a su vez, es beneficiario privilegiado de esas mismas funciones que regula: niveles de glucosa, temperatura, oxígeno, estado ácido-base (también llamado pH), y además, el psiquiatra se encarga de observar la interacción de esa persona, con su entorno social, de dos más miembros de la familia o la  comunidad, utilizando para todo lo anterior, el mismo órgano que estudia, esto es su propio cerebro.

    Lo anterior, puede sonar como un lugar común, y sin embargo, pocas veces se toma en cuenta. Una de las funciones que utilizamos los seres humanos, y muchos animales también, es la expectativa. Esto es predecir en función a una serie de eventos, algo, que esperamos que ocurra. La meteorología, la predicción del tiempo fue mucho tiempo una función intuitiva. Pero en la actualidad, es la ciencia que estudia la atmósfera y los fenómenos que ocurren en ella. Es una rama de la física que aborda el estado del tiempo, el medio atmosférico y las leyes que lo rigen. Además, debido al estudio que la meteorología realiza de estos fenómenos, también trata de pronosticar el tiempo, definir los diversos climas y entender cómo la atmósfera interactúa con otros subsistemas. Su nombre proviene del griego, en el que “meteoro” significa “alto en el cielo”, y “logos” significa “conocimiento o tratado”.

   He subrayado “pronosticar el tiempo”, porque a pesar de que es una ciencia fáctica, es decir dura, no hay nunca una certeza del cien por ciento. Nosotros, los seres humanos, tenemos sistemas de pronósticos o predictivos de manera “on-line”. En el momento que vemos a algún familiar, conocido o paciente y de manera coloquial le preguntamos- “¿Cómo estas?” Tenemos una respuesta anticipada con solo ver su rostro, como camina, como nos mira, si nos evita, etc. En las neurociencias contemporáneas a eso se le llama “teoría de la mente”.

  Luego entonces, a diferencia de los neurólogos, con los cuales compartimos el estudio del cerebro, los psiquiatras estudiamos las interacciones de ese órgano, con el resto del cuerpo, y con su medio ambiente social. ¿Por qué? Pues porque gran parte del grupo de enfermedades que estudiamos en psiquiatría, se ponen de manifiesto, por la interacción de las personas con su medio social. Una persona con trastorno bipolar, por ejemplo, tipo I, aquel con oscilaciones de su estado de ánimo, entre la manía y la depresión. En el momento que está en su fase de manía, con bienestar exagerado, exceso de energía, felicidad, que se siente en una fase de euforia perpetua, no va a aceptar estar enfermo, después de lo que he mencionado que experimenta. Sin embargo, sus familiares, que se han despertado en la madrugada porque el aparato de sonido está a todo volumen, o porque les avisan que se han hecho cargos a la tarjeta de crédito por arriba de lo permitido, o porque su familiar se rehúsa a pagar en una gasolinera, argumentando que el petróleo es de los mexicanos y él de este país, u otros detalles similares, darán una versión completamente diferente de la salud mental de su familiar.

     En los últimos cien años, nuestra especialidad ha cambiado completamente en su forma de conceptualizar a los enfermos psiquiátricos. Esto no implica necesariamente que para bien, porque eso es algo del sesgo que se tiene con respecto a la ciencia en general. Una especie de programa que asegura el progreso y la felicidad de la humanidad. Esto último, por ejemplo, humanidad, es un concepto retórico. Hay seres humanos, que son beneficiarios de manera desigual de un caudal de recursos.

   El centro del supuesto avance en psiquiatría fue el querer fundamentar sus enfermedades, con las mismas herramientas del resto de la medicina. Esto es la fisiopatología.

   La fisiopatología trata del estudio de los procesos patológicos (enfermedades), físicos y químicos que tienen lugar en los organismos vivos durante la realización de sus funciones vitales. Estudia los mecanismos de producción de las enfermedades en relación con los niveles máximos moleculares, sub-celular, celular, tisular, orgánico y sistemático y funcional.

    En psiquiatría lo anterior se ha centrado únicamente en el funcionamiento del cerebro, las neurociencias, la genética, y los estudios de imágenes cerebrales. Por supuesto que estos son argumentos muy poderosos. Por ejemplo, ver una serie de imágenes cerebrales de una persona con alucinaciones auditivas, en donde las regiones correspondientes de las cortezas temporales y frontales del lado correspondiente de los hemisferios cerebrales se activan, es una forma muy eficaz de reforzar el llamado punto de vista centrado en el cerebro. En términos filosóficos, lo anterior nos produce un sesgo reduccionista, que ciertamente es muy atractivo, porque nos da la ilusión de estar a la par de muchas especialidades médicas.

   En efecto hay grandes avances en el entendimiento del funcionamiento cerebral, en genética, en la comprensión de mecanismos moleculares de cómo se puede gestar la muerte neuronal en la sustancia negra del mesencéfalo de los enfermos con Parkinson, en donde incluso la administración de L-Dopa, es una prueba terapéutica para corroborar el diagnóstico de esta enfermedad. Sin embargo, en psiquiatría no tenemos aún nada parecido.

    Si argumentamos que las enfermedades psiquiátricas están sustentadas únicamente en aspectos neurobioquímicos, de genética molecular, y en general de neurociencias, nos vamos a encontrar con muchos cuestionamientos al respecto. ¿Qué tanto son esto aspectos compensadores, complementarios o epifenómenos? ¿Es posible desarrollar un esquema plural que lleve a la explicación de las enfermedades en psiquiatría? ¿En que parte del esquema médico no se inserta la psiquiatría?

   Una teoría general de la relatividad se propuso por Albert Einstein en 1915. En el caso de las enfermedades psiquiátricas, una de las metas será tener los componentes o factores que se organizan para evitar que enfermemos y los que pueden descomponerse o dar de si en las enfermedades de esta disciplina. Un paso importante ha sido el percatarse del fenómeno de la resiliencia. La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas. Este concepto junto con el de vulnerabilidad genética, y el ambiente humano, son los temas que deben de tomarse en cuenta para ahondar en el hecho del porque un grupo de seres humanos padecen enfermedades psiquiátricas y otros no.

    Esto no es una simple ecuación, o tal vez no es una ecuación que se pueda despejar teniendo determinados algunos de los elementos. Nuevas formas de las teorias de la complejidad nos están ayudando a entender lo dificil que es el poder predecir quien se puede enfermar y bajo que condiciones. No es solo el vivir en condiciones de marginalidad socio-económica, tampoco el tener una carga genética determinada o incluso el tener un sistema nervioso dañado por traumatismos o enfermedades.

   El teorema de Bayes es válido en todas las aplicaciones de la teoría de la probabilidad. Sin embargo, hay una controversia sobre el tipo de probabilidades que emplea. En esencia, los seguidores de la estadística tradicional solo admiten probabilidades basadas en experimentos repetibles y que tengan una confirmación empírica mientras que los llamados estadísticos bayesianos permiten probabilidades subjetivas. El teorema puede servir entonces para indicar cómo debemos modificar nuestras probabilidades subjetivas cuando recibimos información adicional de un experimento. La estadística bayesiana está demostrando su utilidad en ciertas estimaciones basadas en el conocimiento subjetivo a priori y el hecho de permitir revisar esas estimaciones en función de la evidencia empírica es lo que está abriendo nuevas formas de hacer conocimiento.

     La teoría de la complejidad, ciertamente nos va a proporcionar herramientas para entender que la suma de premisas en este argumento llamado enfermedad psiquiátrica, tiene dimensiones poco entendidas. “El paradigma de la Complejidad” Edgar Morín fue el propulsor del “nuevo paradigma de la complejidad” El pensamiento de Morín conduce a un modo deconstrucción que aborda el conocimiento como un proceso que es a la vez, biológico, cerebral, espiritual, lógico, lingüístico, cultural, social e histórico, mientras que la epistemología tradicional asume el conocimiento sólo desde el punto de vista cognitivo. Este nuevo planteamiento tiene enormes consecuencias en el planteamiento de las ciencias, la educación, la cultura, la sociedad. 

   Las ciencias de la complejidad buscan explicar el como un número grande de entidades se organizan, sin un beneficio central para un ente en particular, para crear patrones, utilizar la información y evolucionar aprender de esas experiencias. Por supuesto que el ejemplo mas socorrido al respecto es el de las hormigas que funcionan como un ejercito como es el caso de la especie E. burcelli. A nivel individual no parecen tener inteligencia o sentido de lo que hacen, pero en la colectividad se comportan como un “super organismo” que tienen como única finalidad proteger a sus reinas y larvas. Este parece ser el comportamiento no solo de hormigas, termitas, abejas y humanos. En nuestra especie hay, además del sistema nervioso, el sistema inmune que tiene un comportamiento complejo.

   Douglas Hofstadter en su libro ”Gödel, Escher, Bach” hace una extensa analogía en tres las colonias de hormigas y las células de nuestro cerebro, ambos como sistemas complejos, en donde sus componentes que tienen una comunicación entre ellos, en el caso de las neuronas, por medio de neurotransmisores, receptores a estas moléculas, corrientes eléctricas, pueden dar lugar a lo que llamamos conductas. Sabemos que las estructuras neuronales se conectan entre si y dan lugar a circuitos, el conjunto de los cuales, regulándose entre si, son los responsables de fenómenos como la percepción, pensamientos, sentimientos y la conciencia misma.

    Sin embargo, aún existe un “espacio negro” entre comunicación neuronal, circuitos y conductas. Por ejemplo, la destrucción del 70 al 80 % de las neuronas de la sustancia negra del mesencéfalo, produce alteraciones como rigidez muscular, temblor de reposo, cara inexpresiva, problemas para caminar, esto es la Enfermedad de Parkinson. Pero que pasó antes de llegar a ese numero de neuronas destruidas tan importantes. ¿Compensó el cerebro?

 

Todos los sistemas complejos tienen propiedades similares, sean hormigas, neuronas, linfocitos, o personas en una organización.

  1. Conductas complejas colectivas: siguen reglas simples, si controles o líderes aparentes.
  2. Procesamiento de señales de información: se comunican con señales que son individuales.
  3. Adaptación: Modifican sus patrones de respuesta adaptativamente, mediante aprendizaje o procesos evolutivos.

 

Una definición de sistemas complejos puede deducirse de estas premisas. Un sistema en donde una red grande de componentes, sin control central, con una serie de reglas simples de operación, dan lugar a conductas complejas colectivas,  procesamiento de información sofisticada y una adaptación mediante procesos de aprendizaje y evolución.

  Algunos de los procesos relativamente simples de nuestras neuronas son: mantener una diferencia de cargas eléctricas a ambos lados de sus membranas; liberar sustancias llamadas neurotransmisores o neurohormonas, cuando el potencial de acción llega a las terminales neuronales llamadas pre-sinapsis, aquí una molécula de calcio ingresa a esta estructura, y facilita la contracción del almacén de vesículas presinápticas. En la neurona de enfrente hay unas proteínas selectivas a las sustancias liberadas. Son los receptores a neurotransmisores, algunos con cinco  cadenas, abren un poro o canal iónico al ser ocupadas por sus respectivas moléculas. Otros receptores son mas complejos y tienen siete cadenas. Estos tienen una comunicación con el material genético del núcleo de las células. Se activan cadenas de mensajeros sub-celulares, desde la membrana al núcleo y se obtienen cambios o restauración de eventos que involucran a la neurona. Por supuesto que todo lo anterior es extremadamente complejo, se conoce hasta cierto detalle, y como lo exterior a las neuronas modifica su interior.

   También se sabe como que el sistema nervioso es mas parecido a una gelatina que se esta moviendo que a una estructura inmóvil. Se forman conexiones, sinapsis, nuevas neuronas. Se hacen “podas” de ciertas áreas. Sabemos como se forman las vainas aislantes de mielina, y como la parte mas anterior del cerebro, o lóbulo frontal termina de cablearse a los 18 a 20 años. Sin embargo, hay todavía un océano de ignorancia en las interfaces. Cerebro con cerebro, conductas complejas de tipo social; como los gemelos monocigoto con 100 % del material genético similar, son conductualmente diferentes. La empatía, las ensoñaciones, el estado de ánimo, el procesamiento de lo que llamamos realidad, y otras de esas cosas de la vida diaria.

   Lo cierto es que nuestra especialidad por muy científica que se presente, sigue siendo na desconocida para el resto de las personas, incluyendo a colegas médicos. Ahora con la pandemia de COVID-19, se desarrolló un protocolo de investigación para tratar a los colegas médicos con síntomas psiquiátricos y de “estarse quemando” o “Burn-out syndrome”. Palabras aparte del estudio, lo interesante era que se planeaba verlos en “catacumbas” (zonas especiales de los hospitales psiquiátricos), con expedientes que no ingresaran a la base de datos de los mismos hospitales, por cuestiones confidenciales. En medicina es importante la privacidad de los datos. Sin embargo, llegaban a extremos de secretismo, que parecía que se iban a ver a los pacientes médicos  con “burkas”, y quizás con un código secreto. Si alguno de mis colegas tuviera un infarto al miocardio, no habría ese trato, son embargo, una depresión mayor o ataques de ansiedad, son vistos como si adquirieran una enfermedad inconfesable. Esto ocurre ahora, 2020-2021. Claro que de inmediato se nos viene la cita de Michel Foucault en “Historia de la locura en la época clásica”. Esto nos indica que a quienes tenemos que informar y educar es a los colegas médicos y de personal sanitario, después a la población en general. El cerebro, es un órgano que se resiste a verse enfermo, agnosia neuropsiquíatrica, le llaman los expertos.

Opinión Escrita

¿Cuál es el reto principal para la psiquiatría en el siglo XXI?

Uno de los retos principales de la psiquiatría es, en mi opinión, la revisión del concepto de neutralidad terapéutica. Sabemos todos que la formación psicodinámica más psicoanalítica insiste mucho en mantener la neutralidad terapéutica, con el objetivo de limitar ‘los daños colaterales’ de la relación transferencial. Sinceramente creo que, independientemente de las diferentes fuentes formativas, una importante herramienta de tratamiento o curación/ sanación (según entendamos la misma psiquiatría) es el mundo vivo del terapeuta. La súper especialización sostenida por el modelo de súper productividad (y cuantos de nosotros han trabajado en los sistemas públicos de salud, lo saben bien) nos empuja a “resolver”, “reparar”, ratificar/rectificar diagnósticos”, “sacar conclusiones”, pero no está interesada a promover el milagro del encuentro entre dos seres humanos.

En este sentido yo me considero un terapeuta humanista que pone ‘lo suyo’ en terapia. Aunque haya recibido una formación psicodinámica freudiana durante mi residencia, siempre me he interesado por mostrar la vulnerabilidad como herramienta de fuerza. Eso de la neutralidad terapéutica no era proprio de mi naturaleza espontánea y algo excesiva. Gracias a la psicología budista y al estudio de Jung, he podido alinearme con esa corriente de terapeutas que vemos en la debilidad y en el reconocimiento de ésta, una importante herramienta de sanación.

¿Que nos puede revelar el encuentro con la sombra? Todo ser humano, independientemente de su condición psicológica, se enfrenta a la vivencia de lo desconocido, del dolor, de nuestras pequeñas locuras y muertes que intentamos neutralizar… ¿Acaso, cuando nuestros pacientes están sufriendo un duelo no venimos invadidos por sentimientos de miedo, recuerdos de experiencias imaginadas o vividas? Es allí donde se nos dice que la neutralidad nos ayuda a limitar la contra transferencia, como si negando estos sentimientos, seriamos más capaces de intervenir eficazmente sobre el dolor del paciente. Personalmente creo que la negación de vivencia traumáticas no ayuda en absoluto en el proceso de curación. Muchos sostendrán que no se trata de negación, sino de haber aprendido a integrar tanto estos miedos, que ya no se corre el riesgo de vehicularlos al paciente en forma de contenidos contra transferenciales, más o menos manifiestos. Creo que es muy difícil lograr semejante trabajo de integración, sin la aceptación real de asuntos humanos, que yo llamo humanidad compartida. Excluir la humanidad compartida de una sesión de psicoterapia en nombre de la neutralidad, me parece en el XXI siglo un gran error.

Si yo, terapeuta, resueno con la vivencia de dolor, confusión, desorientación, aniquilación, etc., de otro ser humano que busca nuestra ayuda, ofrezco un espejo donde la compasión y el amor que ayuden a enfrentarse con lo que no gusta asumir. Compartir el sentido de una perdida, compartir el sentido de la enfermedad, compartir sin palabras el espacio sagrado que nos vincula a otros, es en el XXI siglo y siempre, el nudo del ars curandi. Si en el pasado nos preocupábamos como terapeutas de no interferir en la relación interpersonal con nuestros valores religiosos, morales, hoy en día deberíamos preocuparnos de implicarnos en la terapia con nuestro potencial humano, incluso en una sencilla visita psiquiátrica en la que recetamos algún medicamento. Entender los miedos a lo desconocido de empezar un tratamiento farmacológico, compartir ese miedo (que no significa explicitarlo verbalmente), por ejemplo, cuando nos hemos visto como pacientes… abstenerse de consejos, sí, pero no confundir la neutralidad con frialdad es, para mí, un acto se respecto hacia el ser humano. Como ser humano, antes que como psiquiatra psicoterapeuta, creo que puedo seguir creciendo solo compartiendo mi humanidad con otro ser humano en dificultad (el paciente).

 

 ANDREA DI GENOVA (yogui, psiquiatra)

 

 

ÀNGELS CÓRCOLES PÀMIES 

https://rehaztuvida.com/

MODERADOR DE LA TERTULIA   

Opinión Escrita

      ¿Cuál es el reto principal para la psiquiatría en el siglo XXI?

                                                           Por Jaime Riera Pérez

 

   El reto principal para la Psiquiatría en el siglo XXI es, a mi juicio, la integración de la dimensión Espiritual del ser humano en la comprensión actual de la enfermedad mental, ya que resulta muy paradójico que el término Psiquiatría («psiqu-«= Alma, e «-iatria» = sanación) signifique etimológicamente «sanación del Alma», designe a su profesional especializado como «sanador o médico del Alma» y que la actual psiquiatría institucionalizada se niegue radicalmente  aceptar la existencia del Alma, considerándola como una abstracción filosófica-religiosa sin ningún interés médico ni terapéutico.

   Es probable que esta paradoja proceda del postulado científico-médico que reduce la existencia del Espíritu (y del Alma, ambas dimanaciones de la Conciencia Universal, la cual recibe también diferentes conceptualizaciones equivalentes en función del vocabulario que estudia, investiga y define las experiencias humanas y sus conductas) a un conglomerado de segregaciones orgánicas producidas por la interacción de la química, la anatomía y la fisiología del cerebro. Esta interpretación del Alma -de la Conciencia- originada por la cosmovisión particular del pensamiento racionalista-científico que hace sobre la Realidad vendría a significar lo mismo, y utilizando una analogía, que si interpretáramos que los telediarios, las películas o los documentales tienen lugar dentro del propio aparato de televisión y excluyéramos toda la fenomenología de las ondas electromagnética por ser éstas imperceptibles a los órganos sensoriales humanos y, por ello, son irreales o inexistentes. ¿No es absurdo?

    Para quien escribe, esta cosmovisión de la Realidad que proviene del marco cultural de la Psiquiatría no es falsa ni verdadera, sino una forma más de entre todas las cosmovisiones que alberga la condición humana. Por hacer una crítica de esta visión racional-intelectual (o científica) de la realidad, diría sencillamente que es incompleta o parcial. Me explicaré.

   La realidad externa a uno mismo se puede percibir a través de las tres vías de conocimiento descritas por las Tradiciones Filosóficas y Espirituales. Estas tres vías (instintiva-sensorial, racional-intelectiva, intuitiva-moral) coexisten en cada humano; la más primaria forma de conocimiento, instintivo-sensorial, se basa en la experiencia directa y no intelectual de la realidad, es el conocimiento -o el lenguaje- del cuerpo; el lenguaje de la mente lo estructura el pensamiento racional-intelectual, y el del Alma o Espíritu lo hace el lenguaje del pensamiento intuitivo-moral. Probablemente en un futuro cercano, la física cuántica, la psiconeurobiología, la psicoendoinmunología y otros enfoques científicos originados por la simbiosis entre física, biología y psicología, principalmente, con otras materias nacidas de la unificación de la sabiduría de Oriente con la de Occidente, demostrarán científicamente la existencia de tres cerebros en uno. En la actualidad tal existencia está ya demostrada (aunque para la actual «oficialidad académica» tales interrelaciones y sus nuevas ideologías creadas son pseudociencia) en las obras del neurofisiólogo Paul Mclean, entre otros médicos, psiquiatras o psicólogos como Ken Wilber, Stanislav Grof, Michael Whasburn, Jorge N. Ferrer, John E. Nelson y un largo etcétera de investigadores.  

      Puesto a reducir todas las conceptualizaciones y definiciones existentes de formas de ver la realidad a sólo dos términos genéricos, creo que la realidad fenomenológica se presta a tantas interpretaciones como individuos habitan en el planeta Tierra, pero absolutamente todas las valoraciones e interpretaciones van a desembocar en dos de los tres “océanos”/cerebros. Me explicaré con un ejemplo sencillo: una rebanada de pan, ¿qué se puede sentir y pensar ante la realidad de tener en las manos una rebanada de pan para comer? Con y desde la visión del ojo del cuerpo, la cual se encarga de recoger el conocimiento instintivo-sensorial, se puede decir, entre muchos ejemplos, » satisface o no mi apetito; su sabor me gusta o no me gusta; su gusto es dulce o…; su olor es agradable o … ; su tacto y aspecto es … ; el grado cuantitativo de información percibido por esta vía puede acrecentarse y ampliarse cuando interactúa más profundamente, si lo hace, con la vía racional-intelectual. De tal manera que se podría añadir, dependiendo del nivel de formación académica, de ilustración intelectual y cultural que el individuo tenga sobre la visión proporcionado por este ojo de la mente: «… y sus nutrientes son hidratos de carbono,  proteínas, fibra, selenio, fósforo, hierro, magnesio, zinc, tiamina y niacina …;  y su asimilación orgánica por el sistema digestivo empieza en la masticación por la acción de la amilasa salival o ptialina …; la elaboración de pan ha sido gracias a las semillas de trigo sembradas en mayo o junio y cosechadas en noviembre, aunque hay otra variedad de trigo kamut que… y se puede hacer pan con otros cereales como la espelta, centeno, maíz, arroz…

   A través del ojo de la mente, y llevando la visión más allá se puede percibir la realidad nouménica. Entonces, cuando el individuo es capaz (y todo humano lo es) de sentir esta realidad mediante el ojo del Espíritu puede añadir, a la información ya «absorbida y asimilada» por medio de las otras dos vías de visión de la realidad fenomenológica, la percepción captada por esta vía intuitiva sobre la realidad de comer la rebanada de pan y continuar diciendo, entre enésimos ejemplos: «…esta rebanada de pan contiene no sólo trigo, contiene también el sol, no es algo difícil de sentir y ver. Sin el sol la rebanada de pan no podría existir. Contiene también una nube y el viento y la lluvia, ya que sin ellos no podría crecer el trigo. Así, pues, cuando como la rebanada de pan estoy comiendo el sol, los minerales de la tierra, el tiempo, el espacio, todo. Una cosa contiene todas las demás, si excluyéramos uno de sus elementos o ingredientes no existiría la rebanada de pan, ni existiría nada… por ello, gracias por igual a todos los elementos de la Naturaleza cuyas energías de Vida, que están implícitas y presentes en la rebanada de pan, puedo satisfacer mi hambre y vivificar mi organismo… Al igual que la Vida «palpitando» en el reino mineral (aunque la ciencia lo dude), en el vegetal y en el animal,  tiene como principal propósito y finalidad alimentar al ente humanos para así perpetuar su máxima creación y expresión evolutiva: el ser humano,  y éste, en la función y en la medida que ennoblezca, dignifique y respete su vida y la vida de sus semejantes, estará haciendo lo mismo con la vida de aquellos seres vivos – que le preceden en la escala evolutiva- y que pasan a formar parte de él cuando los ingiere para alimentarse, es decir, estará honrándolos…».

      Es muy probable que esta percepción nouménica en su traducción fenomenológica recibiese por parte de la “oficialidad religiosa” el calificativo benévolo de misticismo, la “oficialidad académica general” probablemente la describiría como de pensamiento débil (es decir, perteneciente a personas poco ilustradas e incultas con tendencias hacía lo mágico-mítico), y para la “oficialidad médica-psiquiátrica” sería presumiblemente interpretada con actitud dubitativa y, para el traductor-emisor de esa información, todo dependería del nivel de su capacidad de integración socio-laboral, de la calidad de su discurso (ininteligible/desorganizado-perseverativo o lógico-coherente), incluso de cuál es su status social (riqueza-pobreza) y de sus comportamientos, para recibir el diagnóstico de brote psicótico con delirio o bien de persona con narrativa de pensamiento débil.

     Huelga decir que la percepción de la realidad nouménica es accesible a todos y su potencial creativo es intrínseco y connatural a la experiencia humana, aunque su información/conocimiento carezca del etiquetado de normalidad y aceptación dado por «el consenso académico médico-social-político» que ha predominado en todas las épocas y culturas, el cual ha determinado siempre qué realidad (o qué conductas humanas, qué ideologías, etc.) de entre todas las existentes es la verdadera (o lo correcto, lo lógico, lo virtuoso, lo sano,…) y cuál es la falsa (o lo incorrecto, lo defectuoso, lo enfermo,…). Por ello la visión de la realidad nouménica, configurada por tumultuosos océanos de energía repletos de mitos y de sus estructuras arquetípicas simbólicas y metafóricas emanadoras de ideas y sentimientos de difícil  comprensión y expresión por lo inefable de las experiencias que se puedan vivir, como por ejemplo, las derivadas de la renovación psicológica a través del retorno al centro del Ser debido a la liberación del Yo (o falsa personalidad) cuyas conductas suelen ser toleradas por la ciencia psiquiátrica, hasta los episodios de conciencia unitaria (experiencias cumbre, de unidad oceánica…), pasando por el despertar de la Kundalini, las experiencias de casi-muerte (ECM), la emergencia de “recuerdos de vidas pasadas”, las experiencias extracorpóreas, el despertar de la percepción extrasensorial (mediumnidad, psicoquinesis, clarividencia, clariaudiencia –origen del estereotipo del psicótico- y otras aperturas psíquicas), la comunicación con espíritus guía y otras formas de canalización, las experiencias de encuentros con ovnis o entidades supraterrestres, incluso los estados de posesión; todo ello ha sido señalado por “la oficialidad psiquiátrica» con calificativos agresivos -de connotaciones patológicas-  de alucinación y psicosis. Sin embargo, como observó el mitólogo Joseph Campbell, “el místico y el psicótico se encuentran en el mismo océano pero mientras el místico sabe nadar el psicótico se ahoga”. Sin duda alguna, cuando se producen estas experiencias –llamadas también extrasensoriales o paranormales- suelen provocan un grado de confusión y temor en el psiquismo de quienes las experimentan en función del nivel de conocimiento teórico previo que pueda tener sobre el origen y existencia de estas mismas manifestaciones, incluso puede ser que el místico, aún disponiendo de conocimientos teóricos sobre tales manifestaciones, no haya aprendido aún a nadar de manera correcta con estas experiencias y le desborden con estados de profundo miedo. Este miedo puede ser proyectado de manera transferencial hacia sus padres (tutores o personas de plena confianza) cuando comparta con ellos las experiencias extrasensoriales o paranormales que han modificado y alterado su conciencia ordinaria, entonces, si ambos padres – y aquí reside lo nuclear de este asunto- quedan contagiados por el miedo lo más probable es que acudan a un psiquiatra y los psicofármacos reviertan una cualidad especial de la conciencia personal en una patología mental inexistente hasta entonces. Ahora bien, puede que uno de los padres (o persona de plena confianza) comprenda estas manifestaciones de energía y pueda neutralizar el miedo familiar hacia una serenidad y confianza sobre la dinámica de los procesos de conciencia alterada de su ser querido y no haga falta la asistencia médica, cambiando así radicalmente el presente y el futuro de la vida de su ser querido y de su familia.

    Por ello, el reto principal para la Psiquiatría en el siglo XXI será, a mi juicio, admitir la existencia de psicosis no orgánicas –o emergencias espirituales- como una cualidad y capacidad creativa especial de la Conciencia (o del Alma), a efectos de estudiar e investigar así otros posibles abordajes terapéuticos y no sólo farmacológicos como única y verdadera alternativa de salud, al mismo tiempo que se establecerían las diferencias con las otras psicosis orgánicas provocadas por alteraciones de la genética molecular y desequilibrios neurobioquímicos manifestados de manera reiterada y constante.

     Hasta hace pocas décadas, la ciencia médica alopática – había sido incapaz de liberar sus ataduras cartesianas respecto a «…que el concepto de cuerpo no incluye nada que pertenezca a la mente, y el de mente, nada que pertenezca al cuerpo…»  y se había negado a aceptar la influencia de los procesos psíquicos, mentales y emocionales como posibles y probables desencadenantes de las llamadas enfermedades somáticas.

    Actualmente, las autoridades del «consenso oficial» que interpretan la realidad de la Mente (principalmente psiquiatras y psicólogos de la ciencia conductual-cognitiva) se niegan rotundamente a estudiar e investigar la repercusión que los sentimientos de Voluntad personal y los sentimientos de Amor (y de no Amor o sentimientos egóticos), es decir, la influencia que el lenguaje del Espíritu pueda tener sobre la salud/ enfermedad de la Mente.

    De las autoridades que forman el «consenso oficial religioso» – principalmente del Cristianismo- mejor no hablar: continúan con la máxima Paulina -intentando modernizarla infructuosamente- de separar el virtuoso Espíritu, que pertenece a Dios, del defectuoso Cuerpo, que pertenece al pecado.    

    Y me pregunto, ¿por qué ha habido y existe tanta separatividad entre los tres principales «consensos oficiales» que interpretan las realidades/lenguajes del Cuerpo, de la Mente y del Espíritu Humano? Imagino que, en aras de la exclusividad interpretativa – sin interferirse las competencias ni entorpecerse las funciones ni la autoridad de sus correspondientes conocimientos han detrimentado la interdependencia existente entre cuerpo-mente-espíritu. De tal manera que, debido a la falta de visión sobre la interacción unificada de las tres vías, cuanto menos holística e integrada se encuentre la cosmovisión personal más reduccionada y fragmentada estará la conciencia individual, con el consiguiente resultado: perpetuar la necesidad en el ser humano hacia estas autoridades haciéndolas imprescindibles si quiere realmente ser feliz -sentirse protegido, cuidado y guiado ante el imprevisible y, por ello, sufriente devenir de la existencia- y, para alienar así al ser humano hacia esa necesidad referida, hacer permanente la división y polarización entre la conciencia individual y la conciencia colectiva.

   La dualidad entre lo individual versus lo colectivo ha impedido ver la resonancia transferencial que existe entre los procesos psíquicos personales con sus proyecciones transferenciales colectivas, las cuales han ido originando y formando los ámbitos sociales, políticos y culturales. Quiero decir con ello que, ya desde el nacimiento hasta la muerte, los miedos personales ante la escasez y el abandono, y ante la decrepitud y la vejez,  en su proyección colectiva ha dado lugar a la creación respectiva de las instituciones llamadas orfanatos y asilos; el miedo personal a padecer alguna enfermedad mental, el miedo a la sustracción ilegal de bienes materiales, el miedo a las agresiones físicas y el miedo a la pérdida de la propiedad privada…, han configurado en su proyección colectiva la institución psiquiátrica, la policial, la jurídica-judicial y el cuartel del ejército; y a modo de depósito proyectivo de los sentimientos de violencia (cólera, rabia, odio y rencor), intrínsecos a la condición humana y que son activados y manifestados con mayor grado de intensidad y descontrol cuando se sufre las pérdidas y las agresiones referidas, se ha generado, como almacén de tal violencia -propia y ajena- la institución llamada cárcel.

   Este siglo XXI aporta ya nuevos cambios que están empezando a resquebrajar las decadentes estructuras de Occidente, sobre todo transformando las ideologías morales y éticas que han propiciado siempre la segregación entre los humanos por las diferencias existentes de raza, de sexo, de status social o intelectual, y de salud. El inicio de una visión más integradora y, por ende, más holística de la Realidad despunta ya con un denominador común: la búsqueda del significante vital que deriva del compromiso y la responsabilidad personal cuando se aceptan los propios miedos (provocados por las propias limitaciones, carencias, equívocos, fracasos o defectos) sin sentimientos de culpabilidad hacia uno mismo ni culpabilizando a los demás por ellos.

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