Principios Éticos y Filosóficos

Parece que a lo largo de la historia los momentos de desorientación y confusión han dado lugar a las visiones más catastrofistas –destrucción de la ecología planetaria, la incapacidad para la paz en el mundo, la pobreza, el hambre, la explotación del hombre por el hombre o la corrupción y demás miserias morales- y, sin embargo, con la suficiente perspectiva, se ha puesto de manifiesto la fertilidad de aquellos supuestos extravíos en todos los ámbitos del Ser. El mundo interno y el externo están mutua y constantemente alimentándose, así que parece evidente que si dañamos la Tierra -y dañamos a nuestros semejantes- no solo diezmaremos nuestros perecederos recursos externos -e internos- sino que, inevitablemente, nos destruiremos a nosotros mismos.

En estos momentos en que el miedo no sólo a la enfermedad, el envejecimiento o a la muerte, sino también el miedo al abandono, a la traición y engaño, a la ofensa y acusación, al fracaso –en todo ámbito- o a las carencias y limitaciones personales, se convierten en una pesada carga que creemos soportar en solitario, en que las arbitrarias fronteras se erigen en realidades dando lugar al conflicto, en que tratamos de saciar nuestra Sed de transparencia con sucedáneos de felicidad, consumiendo refrescos embotellados que sólo provocan más y más Sed, en estos momentos de desconexión, de separación de lo que realmente somos, en los que el mundo deviene un lugar hostil cuyo espejo tememos atravesar; en estos momentos en que observamos a los otros a través de las corazas de nuestros miedos de las que otros se protegen, a su vez, con una nueva coraza, en los que perseguimos alocadamente algo que sólo nosotros podemos proporcionarnos.

Resulta extremadamente fácil, pues, aceptar sin más nuestros egoísmos e ignorancia personal amparados por la autocomplacencia del victimismo, por la impotencia que se deriva de una falta de autoestima, de una pérdida de la conciencia de la interconexión con el Otro, con la Naturaleza y con todo lo que Es, cuyo deformante y deformador reflejo nos convence del espejismo de nuestra insignificancia, debilidad o vulnerabilidad y de otros sentimientos de inferioridad y también de superioridad.

UN NUEVO MODELO GLOBAL

En el contexto social actual, resulta difícil imaginar la existencia de un Sistema Educativo que respete a sus discípulos como seres pensantes y no como simples contenedores de datos inconexos pertenecientes a disciplinas separadas.

Resulta difícil contemplar la posibilidad de que sean impartidas asignaturas que contribuyan a nuestro pleno desarrollo como seres humanos. Pensemos, aunque sea por pura especulación en la posibilidad de recibir una educación desde los primeros años de párvulos, de manera dosificada y progresiva en función de la comprensión y asimilación intelectuales de cada etapa de crecimiento, en materias como Medicina y Salud Natural, (¿acaso la vida humana no se sustenta en primer lugar por la respiración y luego, la alimentación?) en aspectos como la nutrición y la dietética, en la ventajas de las técnicas de respiración -para prevenir y re-establecer el equilibrio de trastornos emocionales-, y en otros aspectos educativos como que se transmitan los beneficios terapéuticos de las fisioterapias naturales (hidroterapia, helioterapia, geoterapia o fitoterapia), así como también que se transmitan todas las enseñanzas ecológicas que la Naturaleza ofrece de manera incondicional y desinteresada.  

Resulta difícil imaginar que el Sistema Educativo occidental incluya entre sus contenidos curriculares asignaturas como la Psicología Humanista y la Psicología Transpersonal (impartidas gradual y progresivamente mediante conceptos adaptados a las edades correspondientes), cuyos precursores y creadores, desde A. Maslow o C.G. Jung hasta K. Wilber o S. Grof pasando por Fritz Pearls o R. Assagioli, han fusionado en sus obras la Sabiduría de Oriente –de sus Yogas y Terapéuticas Psicoespirituales– con la Sabiduría de Occidente en lo referente a la comprensión de la naturaleza humana y cósmica, dando a conocer que el objetivo vital de las personas es la propia fusión, la integración y la unidad, alejándose de la división, de los conflictos y de las oposiciones, y desarrollando métodos de trabajo que permiten vivir la propia vida aprendiendo de sus adversidades y desembocando en las cualidades del amor, la compasión y la sabiduría. Disciplinas que enseñan, en definitiva, a caminar ligeros despojándonos del pesado lastre del narcisismo y el egocentrismo para –como afirma Wilber- abrirnos cada vez más a un abrazo realmente integral.

No resulta, sin embargo, difícil deducir que lo que dificulta, e incluso imposibilita en el presente, esta reforma del sistema educativo, sea la resistencia de las élites médicas a abandonar el monopolio de la curación del cuerpo y la mente (cuyos conocimientos sólo se obtienen a través de los arduos procesos académicos de control y selección intelectual que fundamentan el sistema educativo actual) en detrimento de la sabiduría interna que favorece la sanación individual. Huelga decir que esta nueva educación no sólo arruinaría los intereses económicos de las Universidades, de las editoriales de textos académicos, de las multinacionales farmacéuticas, de las industrias de materiales quirúrgicos y sanitarios, de las empresas constructoras de clínicas y hospitales y un largo etcétera, sino que además menoscabaría la autoridad de aquellas élites filosóficas y científicas que, al perder el control exclusivo de la información, verían escaparse de entre sus manos las riendas de las conciencias.

Es difícil imaginar que en el Sistema Educativo de Occidente se implante un método pedagógico que ahonde en los dominios de la Física Cuántica a través de la obra de grandes genios de la humanidad como Einstein, Heisenberg, Schrödinger, Max Planck, Wolfgang Pauli, Louis de Broglie, Nielhs Bohr, James Jeans o Arthur Eddington, cuya asunción de los limitados terrenos de la física moderna, en oposición a la física clásica, les ha llevado a compartir una visión del mundo profundamente mística y espiritual que transciende el mecanicismo estrictamente racionalista desarrollado en el siglo XVII por Galileo, Bacon, Newton, Descartes y otros.

Escuchemos, por ejemplo, la voz de Erwin Schrödinger, premio Nobel y uno de los padres de la moderna mecánica cuántica:  

     “No es posible que esta unidad de conocimiento, sentimiento y elección que llamas tu propio yo haya surgido de la nada, en un momento dado (y no hace mucho tiempo); más bien, este conocimiento, sentimiento y elección son esencialmente eternos, inmutables y numéricamente uno en todos los hombres y, es más, en todos los seres sensibles. Por inconcebible que pueda parecer a la razón ordinaria, tu ser –y el de todos los seres conscientes como tales- está todos en todo. Por ello tu vida, la que tú vives, no es un mero fragmento de la existencia sino que es, en cierto sentido, la misma totalidad.”

 

O la de Einstein:

                                «El ser humano forma parte de esa totalidad que llamamos “Universo”; una parte limitada en el tiempo y el espacio, Sin embargo, en una especie de ilusión óptica de la conciencia se experimenta a sí mismo y experimenta sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto. Esta ilusión es una especie de prisión que nos limita a nuestros deseos personales y al afecto por unas pocas personas próximas. Nuestra tarea debe consistir en liberarnos de esta prisión”.

 O la de Broglie

                           “el mecanismo exige un misticismo”, o la de Jeans según la cual existimos “en la mente de algún Espíritu eterno” o la de Eddington que establece que la relación más importante es “la que el alma humana mantiene con el espíritu divino”.

No menos sorprendente y difícil de imaginar sería que se impartiera una asignatura de Historia de las Religiones en la que se reflejase todo lo que Occidente ha de aprender de Oriente en lo referente a la unión cósmica entre el hombre y la naturaleza, a la omnipresencia del Espíritu en la totalidad el Cosmos, ya que si bien es cierto que las Tradiciones Sagradas occidentales hacen referencia a este Espíritu que todo lo penetra: “a donde quiera que vuelvas tu rostro, allí estará Dios” dice el Corán, o en el Nuevo Testamento cuando Jesús en oración dice: “…para que todos sean Uno, como tú en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros…”, o en la Torá “¡mirad cuán bueno y agradable e que los hombres habiten en unidad!”, todas estas enseñanzas de las grandes religiones monoteístas y las enseñanzas contemporáneas de Al-ghazali, de Rumi o Al-Hallaj, en el Islamismo; de Moisés de León, de A. Abulafia o Baal she Tov, en el Judaísmo y de Teresa de Ávila, Meister Eckhart o Ruysbroeck en el Cristianismo, constituyen dentro del inmenso cuerpo doctrinal judío, cristiano e islámico, un pequeño y, para muchos creyentes, insignificante núcleo religioso llamado misticismo. Y es precisamente la experiencia mística, como praxis vivencial, la que trasciende la teoría teológica, la que va más allá de la razón y el intelecto para hacernos partícipes -gracias principalmente a sus metodologías de meditación, de oración y de contemplación– de nuestro sentimiento de Unidad con el Universo, sentimiento, cuya intensa maduración personal ayudaría a eliminar no sólo nuestro egoísmo e ignorancia, sino también las abominables y aberrantes repercusiones socioculturales de marginación, segregación y estigmatización que dimanan de las diferencias existentes entre los miembros del género humano

Ante la evidente carencia de un sistema docente que reflexione sobre todo aquello que nos une como seres humanos –todos sufrimos y gozamos, todos reímos y lloramos, todos experimentamos placer y dolor, todos tenemos la capacidad de articular imágenes y símbolos y conceptos, todos tenemos un corazón y dos pulmones y respiramos el mismo oxígeno- que nos haga tomar conciencia de nuestra profunda interconexión, la mismo que puede enseñarnos a asumir la riqueza de nuestra variedad cultural y humana, a convivir en armonía y a respetar el hábitat natural del que formamos parte; un grupo de personas pretende crear, dentro de las profusas limitaciones económicas que ello implica, una Agrupacion Cultural y un Liceo Metafísico que aglutine en una serie de actividades la información y formación destinada a proporcionar perspectivas conocidas o desconocidas para el gran público respecto a materias de la Salud y la Sanación – física, mental y espiritual .